Zain, un puerto pesquero rodeado de montañas que toman su nombre, es una región fría donde conviven diferentes personajes sin relación aparente. En Sonidos de Zain podrás sumergirte en las vidas de los habitantes de esta tierra, siguiendo a los personajes que más te apasionen. Crea con nosotras tu propia novela.

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viernes, 12 de noviembre de 2010

Inconsciencia

Leah salió del hospital cuando el sol comenzaba a aparecer entre los árboles. Miró su reloj con ojos cansados. En ese momento tendría que estar cogiendo el autobús para ir a clase. Sus hombros se hundieron aún más. Decidió parar un taxi. Tras darle la dirección se recostó en el sillón y cerró los ojos tan solo un segundo, intentando sentir un poco de paz. La voz del hombre la hizo abrir los ojos y miró a su al rededor... Ya estaba en casa, se había quedado dormida.

Pagó y comenzó a andar de nuevo con lentitud hasta entrar por la puerta y las escaleras. No tenía ganas de comer nada, tampoco de volver al cuarto de su hermano, todavía no. Se dejó caer en la cama y en seguida se volvió a quedar dormida todavía con el uniforme puesto del día anterior.
El sonido irritante del móvil vibrando contra la madera de la mesa la despertó. Tanteó con los dedos hasta encontrarlo y vio que tenía un mensaje de Clara, una de sus pocas verdaderas amigas. Mierda... se había olvidado de avisarla de que no iba a ir a clase hoy. Iba con ella todas las mañanas hacia la universidad y sin duda hoy se había quedado hasta último momento a que apareciera.
"Lo siento, he estado toda la noche en el hospital por mi hermano. Está bien, no te preocupes. Te llamo cuando salgas. Un beso"
Clara era una de sus mejores amigas. La conoció el día de la presentación de la universidad. Por desgracia, ella comenzaba enfermería por lo que no coincidían en ninguna clase. Aun así, desde que Clara supo que era nueva en la ciudad la ayudó y la acompañó durante los primeros días hasta que se habituó a todo. Además, la madre de Clara era profesora en la universidad. Para Leah, aquella mujer se había convertido en alguien más cercano que su propia madre.

Se levantó de la cama. Su cuarto no era muy grande, pero le gustaba. Tenía una gran ventana que daba al sur, desde donde entraba mucha luz. Un escritorio lleno de libros y apuntes y un pequeño tocador con un espejo. Se miró en él y se dio cuenta de que todavía llevaba el uniforme. Tenía unas grandes ojeras moradas bajo sus ojos y el pelo completamente enmarañado. Decidió que una ducha sería lo mejor. Encendió la radio para que la música la aliviara y se metió bajo el agua caliente, intentando relajarse.
Se vistió con un chándal y todavía frotándose el pelo con la toalla caminó hacia el cuarto de su hermano. Se apoyó en el marco de la puerta y se quedó allí unos segundos. Todo seguía como antes. Inspiró aire profundamente y fue hacia la ventana. Descorrió las cortinas, subió la persiana y abrió los cristales dejando que el aire de la calle entrara. Recogió la ropa y apiló todos los papeles colocándolos en el escritorio. Echó un vistazo rápido por si encontraba algo de droga pero no encontró nada. Ya hablaría con él tranquilamente cuando volviera.
Miró el reloj y vio que Clara ya habría salido de clase. Los médicos le habían dicho que podría pasarse a ver a Jaac más tarde por lo que marcó el teléfono de su amiga y esperó. Ella descolgó en seguida.
-¿Leah? ¿Estás bien? ¿Cómo está Jaac? ¿Dónde estáis?
-Estoy bien, tranquila. Él ya está estable, pero sigue en observación en el hospital. Estoy en casa, luego iré al hospital de nuevo.
-¿Qué ha pasado? -le preguntó Clara con voz apagada.
-Vino a verme una de las profesoras de Jaac para decirme que había faltado dos días seguidos a clase, por eso no te esperé a la salida. Fui corriendo a casa y... le encontré inconsciente en el suelo de su cuarto... Al parecer llevaba dos días intentando no tomar nada, pero no pudo más y... se pasó, otra vez. Esta vez estaba peor, creía que le había perdido...
-Lo siento... voy para allá. He hablado con mi madre y me está llevando en coche para llegar antes, así te acompaño al hospital.
-No, no te preocupes, no hace falta que te tragues todo esto también. Estaré bien.
-No insistas, voy a ir y lo sabes. No tengo mucho que estudiar, hoy ha sido un día tranquilo.
-... Está bien. Gracias Clara, por todo, como siempre.
-No digas tonterías, llego en nada. Nos vemos ahora.
-De acuerdo, te espero.
En apenas diez minutos estaban allí. Leah bajó para recibirlas. Clara se lanzó a abrazarla y se sintió un poco mejor. Cuando se separaron le dedicó una sonrisa sincera. La madre de Clara también la abrazó, disculpándose.
-Leah cariño, cuanto lo siento. Me quedaría con vosotras todo el día pero tengo que irme -Se disculpó -No te preocupes, muchísimas gracias por venir.
-Os llevo al hospital. Coged todo lo que necésiteis, sin prisas. Os espero aquí.
Tras acallar los intentos de Leah por rechazar la oferta, las dos amigas subieron arriba y cogieron algo de ropa limpia para Jaac. Leah se cambió rápidamente de ropa.
Momentos más tarde se bajaban las dos del coche a la puerta del hospital. Tras identificarse en recepción subieron a la tercera planta y esperaron a que viniese el doctor que había sido asignado a Jaac para que las informara. Era un hombre alto con un grueso bigote y mirada seria.
-¿La hermana de Jaac? Encantado -saludó dirigiéndose a Leah -En primero lugar decirle que ya está fuera de peligro. Hemos sedado a su hermano para tratar el síndrome de abstinencia mientras está dormido. Ha de permanecer así durante 48 horas. Cuando finalice el tratamiento permanecerá un día más en observación y dependiendo de su estado podrá volver a casa. Le hemos asignado una psicóloga que les ayudará en todo lo posible y seguirá la evolución de Jaac en todo momento durante la estancia en el hospital. Cuando le demos el alta se seguirá ofreciendo este servicio por si desean contratarlo. Son sesiones semanales con la psicóloga para continuar guiando su evolución.
-Está bien, muchas gracias. ¿Podemos entrar a verle?
-Por supuesto.
Clara colocó su mano en el hombro de Leah y ambas pasaron a la pequeña habitación donde dormía Jaac. Estuvieron allí hasta que una enfermera les pidió que salieran.
-Deberíamos volver, poco podemos hacer ahora. -dijo Clara y mirando su móvil, añadió -mi madre nos dice que pasemos a coger todo lo que necesites para que te quedes a dormir con nosotras esta noche. Nos espera para cenar.
Leah dirigió una larga mirada a su amiga y asintió. Juntas se encaminaron de nuevo hacia la parada de autobús.