Zain, un puerto pesquero rodeado de montañas que toman su nombre, es una región fría donde conviven diferentes personajes sin relación aparente. En Sonidos de Zain podrás sumergirte en las vidas de los habitantes de esta tierra, siguiendo a los personajes que más te apasionen. Crea con nosotras tu propia novela.

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domingo, 10 de julio de 2011

Segundas oportunidades

Leah aparcó frente a la cabaña que habían alquilado y los tres salieron del vehículo para contemplarla. Era una vieja cabaña de madera con aspecto de estar a punto de derrumbarse, sin embargo, Clara y su madre ya habían estado en ella de vacaciones con anterioridad, y les aseguró de que era un lugar idóneo donde pasar unos días y desconectar. Sin embargo, dejado a un lado el hecho de que pensaban que podían morir aplastados por la cabaña si se derrumbara mientras dormían, a Leah y a Jaac se les antojó hermosa.
La cabaña estaba al pie de un pequeño acantilado por el que se podía descender y llegar a una pequeña playa. Como era habitual en Zain, el cielo estaba nublado y amenazaba con empezar a llover, y una fuerte brisa les revolvía el pelo, pero aquello no pudo disminuir su ánimo. Comprobaron con entusiasmo que la cabaña estaba a las afueras del pueblo y que no había más casas por los alrededores. El faro se hallaba a pocos kilómetros de distancia y su luz parpadeaba entre las nubes que trataban de ocultarlo.
Cargaron con las maletas y Clara abrió la cabaña. Una pequeña salita les recibió. Un viejo sofá desgastado, una mesita y un montón de cuadros decoraban la habitación. Jaac dejó las maletas en el suelo y abrió la puerta que se encontraba más cerca. Un modesto salón apareció tras el chirrido de la puerta. Dos sofás se agrupaban frente a la chimenea, como si quisieran entrar en calor. Una mesa de comedor con cinco sillas, una pequeña televisión y estanterías con multitud de objetos y algunos libros viejos completaban el mobiliario. Toda la casa, salvo la cocina, era de madera. Había tres habitaciones. Clara escogió en la que se había quedado la última vez, la última por el pasillo. Jaac dejó sus cosas en la única habitación que miraba al mar y se sentó durante unos segundos en la cama. Leah entró en la habitación que quedaba, al lado de la de Clara y enfrente de la de su hermano. Depositó su equipaje en el suelo y se asomó al pasillo en el momento que los demás habían salido.
-¿Qué os parece? Se que no es gran cosa pero... -Preguntó Clara con una sonrisa tímida, agobiada por si su idea de recomendarles esta cabaña no hubiera sido del todo acertada.
-Es perfecta -dijeron ambos hermanos al unísono, sonriendo.

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